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miércoles, 28 de octubre de 2009

Port Aventura III (Fart West II y Polinesia)

Nos habíamos quedado en el Fart West, entre tejados adornados de calabazas y esqueletos.











Incluso había un tejado lleno de gatos.




Llegamos a una zona que es como una feria, llena de casetas de tiro, de pescar patitos, y demás cosas típicas. Pero lo mejor es el Tiovivo, un fantástico carrusel con sus caballos que suben y bajan. Este tenía caballos y toros salvajes, intercalados con alguna carreta para los que prefieren ir sentados que montados en un animal.






Como podéis comprobar, había mucha gente de paseo por el Fart West.








Este es el edificio que más me gusta de esta zona, pero el precio del restaurante no es para mi bolsillo.






Estos esqueletos nos despedían al pasar sobre el puente a la salida del lejano oeste.





Lo cierto es que hacía mucho calor, así que el ambiente del lejano oeste era completo. Cansados y sedientos nos fuimos a refugiar en una sombra en la Polinesia a tomarnos algo fresquito.

La Polinesia está llena de vegetación y es la mejor zona para descansar en un día de calor.





Hay bonitas flores como esta. Sigo probando el programa macro de mi cámara, como podéis comprobar.





El único inconveniente son los mosquitos. Yo no sé si eran tigre o qué pero después de un rato noté picor en un brazo y llevaba una picadura. En una pierna también me picaba pero no conseguí ver el lugar donde me habían picado. Al día siguiente tenía una roncha en la pierna enorme y muy hinchada, no había visto cosa igual. Suerte que no me picaron más.

Ya lo sabéis, si pasáis por la Polinesia mucho cuidado con los mosquitos.

Después del descanso, con siesta del nene incluida, recordamos que había un espectáculo de Barrio Sésamo en La Cantina, así que se nos ocurrió bajar a coger el tren que recorre el parque y volver otra vez hacia México pero esta vez sin tener que caminar demasiado.



Cogimos el tren en la Mediterranea y nos llevó de vuelta al Fart West. Desde ahí estaba muy cerca caminando. Llegamos tarde y estaban cerrando la puerta, pero nos vieron con nuestro peque y la chica nos dejó entrar justo antes de cerrar.









El nene merendó mientras veía a los muñecos de barrio sésamo cantar y bailar en el escenario. Los contemplaba con la boca abierta, estaba alucinado.



Después del espectáculo nos pasamos por el stand del coche que nos había regalado las entradas porque decían que daban tarta y cava, pero ya no daban nada. Lo habían agotado por la mañana.

Estábamos cansados y más o menos ya satisfechos con lo que habíamos podido ver y hacer, así que nos fuimos a coger el coche y salimos hacia casa después de un día repleto de emociones.

Aquí termina la saga de entradas sobre Port Aventura. Espero que hayáis disfrutado leyéndolo tanto como yo redactándolo.

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