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jueves, 6 de septiembre de 2012

Piercings o agujerearse el cuerpo

No me gustan los piercings. Vale, confieso, llevo los clásicos agujeros en las orejas y eso técnicamente también son piercings.

Me refiero a los que están tan de moda desde hace unos cuántos años: agujeros en la nariz, el labio, la lengua, las cejas y otras partes del cuerpo.

No me gusta su estética, pero lo que menos me gusta son los efectos secundarios que veo producen en algunas personas.

Todo esto viene a cuento de que cabo de pasar por al lado de unas chicas con piercings y hablaban "ceceando" como si tuvieran un problema para pronunciar algunas letras. Todo era motivado por alguno de sus piercings. No sé exactamente cuál de ellos, porque llevaban varios en la zona de la boca.

Hay una cajera en el súper donde hago la compra que se puso un piercings de esos tan monos y pequeñitos en la nariz. Sería mucho más mono si no llevara media nariz roja de la infección. Hace mucho que lleva la nariz así y no se le acaba de curar.

Otra cosa que encuentro antiestética es que muchos de los que llevan piercings en la boca se dedican a mordisquearlos y juguetear con ellos. Hace el efecto de que están chupando un hueso de oliva. Cuando los veo me acuerdo de una dependienta de una tienda de mi pueblo a la que iba con mi madre de pequeña. Además de no ser muy agraciada, lo remataba chupando todo el día un hueso de oliva. Hablaba con la gente y seguía dando vueltas al hueso por la boca, haciéndola parecer gangosa.

No sé qué modas habrá cuando crezcan mis niños, ni si querrán ponerse piercings. Aún falta mucho para eso, pero tendré que estar preparada para lo que venga.